El universo con botas, o el genio en el bote maravilloso
Sin dormir. Llega un momento en que las “ideas… (?)”, las imágenes, se agolpan en el fluir insomne e inútil. La divagación fútil, las manchas sinestésicas tornándose adefesios calidoscópicos, pura intransigencia. Todo, cualquier pulsación cerebral, sórdida, sutil, deviene intransigencia, y la razón adquiere formas de mariposa extasiada.
Ese tal Oliveira y sus continuas vitrinas; y los pececitos que saben el vidrio, y ya no habiéndolo (por costumbre, automatización…-igual y es difícil saber lo límites cuando se vive sumergido en el agua) no lo transgreden. Ese tal Oliveira y sus vitrinas continuas, fue tejiendo telarañas, fue tejiéndose araña. París, la clocharde, Buenos Aires, el circo, el manicomio.
“Marco Aurelio da así un ejemplo de “anacoresis en uno mismo”: es un largo trabajo de reactivación de los principios generales, y de los argumentos racionales que persuaden de no dejarse irritar ni contra los demás, ni contra los accidentes, ni contra las cosas (el subrayado es mío)… Constituye, no un ejercicio de la soledad, sino una verdadera práctica social.” –cita Foucault.
Pero eso de práctica social, suena a “acción”, eso que al intransigente de Oliveira no le venía en gana; aunque él mismo se echó la soga al cuello –en un sentido literal, no se la echó- pero no hacer también es hacer, es tomar una postura, una actitud, indirecta o/y directa con y ante los demás.
No sé, hace falta ser un poco práctico en la vida, y otro poco, mariposa extasiada. Así como en la balanza, o el remedo de balanza con los tablones y las ventanas, Talita en medio. Los excesos lo embotan todo –el universo con botas-, y ya, en la practicidad de la vida, un genio incomprendido no tiene chiste.